Sarmiento: Observador de la política Norteamericana

Por Diego Lo Tartaro

Domingo Faustino Sarmiento visita por primera vez los E.E.U.U. en 1847, permanece dos meses y medio durante los cuales recorrió Nueva York, Boston, Albany, Buffalo, Pittsburgh, Filadelfia, Baltimore, Washington, luego visitó las ciudades canadienses de Montreal y Quebec, y por último Cincinnati y Nueva Orleáns.

Su espíritu inquieto, su voraz necesidad de saber e investigar, lo llevó a ver lo bueno y lo malo de los E.E.U.U..
Casi veinte años después en 1865 es designado embajador argentino ante el gobierno norteamericano, llega precisamente cuando había terminado la guerra de secesión y comenzaba la reconstrucción de la nación. Tres años permanece Sarmiento en su destino diplomático. Así se convierte en testigo de los trascendentales acontecimientos que se iban a producir.
El norte triunfante trata de concretar los tres propósitos que lo habían llevado a la guerra: “Unión, Libertad y Democracia”. La primera había quedado resuelta finalmente en favor de los nacionalistas y asegurada definitivamente. La libertad había sido consolidada, dado que la esclavitud había acabado. El tercer objetivo, la democracia; es decir el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo se había preservado.
El costo de la guerra había sido colosal, y sus consecuencias económicas y sociales afectarían de manera muy profunda a la conformación inmediata de la nación, ya que había provocado una concentración mayor del poder económico como james habían representado los intereses esclavistas.

Esto motivaría que John M. Harlan, magistrado de la Suprema Corte, recordando años después ese período reflexionara “…por todas partes había en la gente un sentimiento de profunda inquietud. La nación se había librado de la esclavitud humana…,pero existía la convicción general de que el país estaba en grave peligro de otra forma de esclavitud: la esclavitud que resultaría de la concentración del capital en manos de unos pocos”.
Sarmiento ese profundo y sagaz observador, comprende con admirable claridad el momento que le toca vivir. Su capacidad de síntesis, lo acertado de sus conclusiones, hoy podemos comprobarlas en la carta que publicamos mas de 131 años después de ser escrita. Vayamos pues a la carta:


Señor D. Diego de la Fuente

Mi estimado señor y amigo:

Deseando llenar cumplidamente su deseo siento no encontrar algo escrito que pueda con más detalle informarle sobre la organización de los partidos norteamericanos. Le diré lo esencial.
Hay actualmente dos grandes partidos: demócrata y republicano que son transformaciones de otros con varios nombres.
Sostienen los primeros los derechos de los estados y las tarifas bajas, los segundos más poder estatal y tarifas altas. Los demócratas se dividieron durante la guerra en demócratas de la guerra que sostenían con los republicanos la integridad nacional. Los demócratas de la paz, sostenían o simpatizaban con la revolución del sud y la esclavitud como un derecho de estados. Después de la guerra los republicanos apoyaron los derechos políticos de los negros. Las violencias de estos en el ejercicio del poder trajeron una reacción en favor de los blancos, y estas simpatías de base separaron del partido republicano a muchos, engrosando las filas de los demócratas. El desorden de la administración de Grant en materias pecuniarias también influyó en aquel movimiento. Aun sin eso debo añadir que el partido demócrata ha sido siempre muy fuerte; y hoy es igual en fuerza al otro.
Según las últimas noticias, Mayes, Presidente republicano esta haciendo concesiones al otro partido sin duda para no hacer imposible una reelección, o una elección legal y legítima.
Los Estados en sus cuestiones internas tienen las mismas divisiones que las nacionales, pero como las elecciones son reales, y por distritos resultan siempre mayorías y minorías de un mismo estado en la representación nacional entre republicanos y demócratas y los mismos gobernadores.
La filiación de los partidos es tan reconocida que en las sesiones del Congreso, al nombrar el orador se le añade al publicarlas republicano o demócrata.
Para proceder a elecciones generales en toda la Nación tienen ciertas reglas, pues en la vida ordinaria la sostienen los diarios. Cuando se acerca la elección de Presidente, a más de la propaganda por oradores que recorren la nación, se convoca a una gran Convención del partido, para nombrar Presidente o candidato del partido. Los republicanos exigen dos tercios de votos para declarar al nominado: los demócratas la mayoría simple. De cada Estado concurren el doble de sus representantes al Congreso. He presenciado una de estas asambleas. Se inscribe un nombre en la pizarra y se vota en silencio por bolas blancas y negras. Si no tiene mayoría, se inscribe otro, y así varios hasta que se vuelve al primero contando con que pueda reunir los votos dispersos, elecciones hizo así el partido demócrata en 1867 hasta nombrar al peor de todos a saber el que mas resistencias suscitaría en el partido dominante, y que si salió en efecto electo por el pueblo, que no querían llevar la reacción al extremo.
Los hombres públicos en funciones, toman parte en los trabajos electorales. La policía vota en las comisarías, siéndole prohibido sólo a sus empleados tomar parte en los trabajos y propaganda preparatoria.
Por experiencia propia, estoy seguro, de que no se trata de parcialidad a la policía cuya fuerza reprime enérgicamente el desorden.
Este es el sistema americano. La experiencia y práctica sucesiva viene revelando sus terribles inconvenientes; y se piensa para atenuarlas hacer directa la elección de Presidente. La verdad es hoy que el pueblo no elige Presidente, sino que los politician(1) es decir los que manejan los títeres imponen un candidato. Algo parecido a lo que aquí tenemos, que el candidato a Presidente esta de años atrás designado con lo que se llama el Jefe del partido.
Allá no esta designado de antemano, no es por eso seguro, que sea el que desea la mayoría del partido, si se dejase votar a cada uno, según su voluntad y su juicio.
El resultado de esta práctica en que los polítician que crearon un Presidente se creen con derecho a los despojos, y a participar de los grandes empleos y de ahí viene la corrupción administrativa, y el mayor encono de los partidos. Dicese que Grant no estuvo libre de esta tutela, y que los desordenes que ocurrieron en su administración provenían de esta causa.
En todo caso, creo que las instituciones peligran en los E.E.U.U. sino se busca remedio al mal.
En la Revue des Deux Mondes, hubieron artículos de Molinari y otros que dan luz sobre la organización de los partidos, aunque esté hecha con severidad, y en muchos casos con injusticia.
Pero el sentimiento público empieza a condenar precisamente la organización que se han dado, sometiendo toda divergencia de opinión a asegurar el éxito, por el mayor número de votos.
También se proponen corregir la constitución alargando el término (6 años), y prohibiendo la reelección. La aparición ahora de las huelgas de los asalariados presenta otro peligro, pues temen que por el voto del mayor número que son los asalariados, se apoderen estos de la representación, dejando a un lado los viejos partidos políticos.
Si estas pobres indicaciones no llenan el objeto de su carta que sirvan al menos para mostrarle mi deseo de complacerlo con lo que suscribo.

Enero 5 1878  

Su Affno señor
D.F. Sarmiento

(1)  Politician: Político, policastro, politiquero.

Lo subrayado está en el original, no se puede establecer sí por Sarmiento o por el destinatario Sr. Diego de la Fuente.

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