La imagen de la Virgen Fundadora de Rosario
1- origen de la imagen
Durante el siglo XVII, en nuestra área litoral se fue generando de modo espontáneo , como consecuencia del poblamiento criollo, un conjunto de caseríos y villas, que muchas veces se nucleaban en torno a un oratorio o capilla erigida por los mismos pobladores. Dos ciudades muy importantes del actual litoral argentino, Rosario y Paraná, reconocen su origen en esta modalidad y están ineludiblemente ligadas a la historia de Santa Fe.
En los alrededores de la ciudad de Santa Fe de la Vera Cruz existían indios calchaquíes reducidos que, atendidos por misioneros franciscanos, formaron un pueblo, en 1610, y años después construyeron -en 1695- una capilla en el Pago del Salado. Allí entronizaron, en su reducción de San Antonio, una imagen de Nuestra Señora del Rosario que les había donado el sargento mayor Ignacio Arias Montiel[1].
La zona estaba muy expuesta a la beligerancia aborigen, y sufrió un progresivo despoblamiento. Los vecinos que huían de los peligros del Pago del Salado Grande comenzaron a migrar hacia el sur y se fueron refugiando en el Pago de los Arroyos, lo que dio lugar a un grave retroceso en el proceso de ocupación productiva de la tierra. A principios del siglo XVIII, la reducción del pago del Salado fue destruida por tribus enemigas y los indios que la habitaban se dispersaron.Ante las sucesivas invasiones indígenas, a medida que avanzaban los depredadores, la imagen de la Virgen fue mudada primero a algunos oratorios de estancias mejor
[1] El sargento mayor Ignacio Arias Montiel, bautizado el 10 de agosto de 1639, fue alcalde de la Santa Hermandad en 1639 y 1654, alférez real y alcalde de segundo voto en 1652 Siendo soltero testó en Santa Fe de la Vera Cruz el 16 de junio de 1698 y el 6 de mayo de 1705 .Conf.: Luis María Calvo, Familia y ámbito doméstico en Santa Fe la vieja: la casa de Hernando Arias Montiel, en Centro de Estudios Hispanoamericanos, Revista de América n° 14, Santa Fe, 1998.
resguardadas[1] y finalmente fue llevada con todos sus ornamentos, a la Iglesia Matríz de Santa Fe.
La zona se estaba poblando en forma acelerada. En 1721, fue dividida entre los cabildos de Santa Fe y de Buenos Aires, obligando a los gobernadores a establecer límites para el Pago de los Arroyos[2]. En 1725 se designó la primera autoridad civil – Alcalde de la Santa Hermandad – en la persona de Francisco Frías.
A principios de 1730 un cacique de los calchaquíes, Tomás Lencina, se instaló con su gente en el Pago de los Arroyos, a pocas cuadras de una capilla que había construido Domingo Gómez Recio.
El cacique Lencina pidió al gobernador del Río de la Plata, Bruno Mauricio de Zavala, la creación de una reducción en el nuevo lugar que ocupaban; pero el Gobernador no lo permitió y les dio víveres y materiales para que se instalaran en el paso del Carcarañá.
El 15 de abril de ese año 1730, el gobernador Zavala pidió al Cabildo Eclesiástico la creación de varios curatos nuevos, entre ellos el del Pago de los Arroyos. Esto se concretó finalmente el 23 de octubre de 1730, y la parroquia se instaló en la capilla fabricada por Domingo Gómez Recio.
En marzo de 1731 se nombró primer párroco al P. Ambrosio Alzugaray, un sacerdote joven, nacido en Santa Fe el 11 de abril de 1700. Hijo del capitán don Ambrosio de Alzugaray, quien murió heroicamente defendiendo a los pobladores contra la invasión de los indios abipones y de Bartolina Gómez Recio, nieta del capitán Luis Romero de Pineda[3]. El 7 de mayo de 1731 el padre Alzugaray, se hizo cargo de la capilla. En el mes de agosto recibió de Santa Fe alhajas, útiles y dos imágenes: una de Nuestra señora de la Concepción y otra de la Virgen del Rosario, que había pertenecido a los calchaquíes en su capilla de naturales del pago del Salado.
[1] Se estimaba en la época que en esa zona existían pobladas “más de ciento cincuenta estancias”, según surge de una nota del Cabildo a Bruno Mauricio de Zavala, gobernador del Río de la Plata, enviada en 1718.
[2] Desde el río Carcarañá hasta lo que es hoy el llamado Arroyo del Medio (tomó ese nombre por el acuerdo) quedó para Santa Fe y para Buenos Aires desde ese arroyo hasta el de Las Hermanas.
[3] El capitán Luis Romero de Pineda recibió en 1689 por parte del gobierno de Buenos Aires las tierras que conformarían después el Pago de los Arroyos en retribución de servicios prestados a la Corona. Muerto Pineda, sus hijas lo heredaron y comenzó la fragmentación de las parcelas.
Mientras tanto Lencina y sus calchaquíes -desde su nuevo emplazamiento del paso del Carcarañá- pedían que se les crease una reducción con cura doctrinero y que se les devolviese la imagen. Insistieron tanto, que en 1735 el teniente de gobernador de Santa Fe, Francisco Javier de Echague y Andía, verdadero conocedor de los indios, que trabajó sin desmayo por la pacificación, y que sabía que la Imagen había pertenecido a los calchaquíes y no a los españoles; pidió al gobernador de Buenos Aires Miguel de Salcedo que intercediera ante el padre Alzugaray para que les devolviera la imagen.
En 1740 se sumó al reclamo Fray Lucas de Leguizamón, sacerdote franciscano, a cargo de la capilla de Lencina reclamando la devolución de la Imagen de la Virgen del Rosario. Hay un largo expediente con declaraciones de vecinos a favor del Padre Alzugaray, quien se negó a entregar la imagen.
La zona, en rápido crecimiento poblacional, empezó a ser nombrada por sus primeros vecinos como Capilla de la Virgen del Rosario, luego como Capilla del Rosario y finalmente como “Rosario”. En 1741 se hizo un censo, que indicaba que entre blancos, indios y mulatos se estimaba una población de 248 habitantes. Para entonces la capilla ya era conocida como Capilla del Rosario .
El Padre Alzugarary murió, sin entregar la imagen, en 1744. El 19 de julio de 1744 fue nombrado nuevo cura, después de un interinato de casi dos meses de Fray José Alarcón, el presbítero Dr. Francisco Antonio de Cossio y Therán. Este sacerdote, nacido en Barcelona, encargó a Cádiz una imagen de la Virgen del Rosario.
Así fue como llegó la imagen de la Virgen del Rosario que sustituyó a la primitiva. La recibió el tercer párroco, Miguel Escudero, y es la que se encuentra actualmente en la Catedral de la ciudad de Rosario cuya coronación fue decretada el 25 de noviembre de 1939 por el Capítulo Vaticano, y llevada a cabo con gran solemnidad el 5 de octubre de 1941.
La primera imagen, tallada en América fue rápidamente olvidada y su ubicación desconocida, porque permaneció en el ámbito privado -nada menos que doscientos años- en poder de una familia.
2- La imagen protegida por una familia
Mucho más al sur, en el camino real desde Buenos Aires a Perú, en el cruce del ríodel mismo nombre, existía la Villa Nuestra Señora de Luján, donde se veneraba, desde muy antiguo, una estatuilla de la Virgen de la Inmaculada Concepción[1]. Hacia 1735 comenzaron a ser más frecuentes las invasiones de pampas sobre el territorio de Buenos Aires, y luego se sumaron los indios chilenos. Hubo un gran malón en 1740 sobre Luján y La Matanza, y en 1741 nuevamente sobre Luján[2]. Se firmó un tratado, pero el 28 de julio de 1744 pehuenches chilenos atacaron Cañada de la Cruz y otra vez Luján.
Vivía en Luján Francisco Javier Leiva, casado con Juana Leguizamo, con quien había tenido varios hijos[3]. Uno de estos hijos, José Justo Leiva, decidió volver al norte, concretamente a Coronda, que por entonces era más importante que Luján. Era una tierra fértil, encerrada entre el río Carcarañá y el río Coronda, donde había estado el fuerte de Sancti Spíritus, quemado en 1529, y donde es fama que se sembró la primera cosecha de trigo en lo que es hoy Argentina.
El 29 de octubre de 1765, José Justo Leiva se casó con María de las Mercedes Cabral, de profunda raigambre colonial cuyos orígenes remotos se entroncaban con el maestre de campo Manuel de Cabral y Alpoin, conocido benemérito de Indias.[4]Viene esto a cuento, porque fue Mercedes Cabral de Leiva quien compró a los indios por unas onzas de plata, la primitiva imagen de la virgen del Rosario, probablemente entre los años entre los años 1773 y 1775, y sus descendientes la mantuvieron durante doscientos
[1] Sobre la llegada desde Brasil de esta pequeña imagen de arcilla en 1613, véase Juan Antonio Presas .Nuestra Señora en Luján y Sumampa: Estudio crítico-histórico, 1630-1730. Morón, 1988.
[2] Abelardo Levaggi. Paz en la frontera. Historia de las relaciones diplomáticas con las comunidades indígenas en la Argentina (Siglos XVI-XIX).Universidad del Museo Social Argentino. Buenos Aires, 2”’, Pág. 110.
[3] El más conocido en aquella época fue el doctor Julián de Leiva, abogado, Relator de la Real Audiencia, historiador y Síndico Procurador del Cabildo de Buenos Aires en mayo de 1810.
[4] El adjetivo “benemérito”, adquirió en el siglo XVI la categoría de término técnico jurídico, que alude en forma genérica en el derecho Indiano a los descubridores, conquistadores, primeros colonizadores, a los que han realizado algún hecho digno de premio, y a sus descendientes. Conf. Luis Lira Mont, El estatuto jurídico de los beneméritos de Indias, en Revista Hidalguía número 310-311. Año 2005 P. 305 y sigtes.
años, en su casa de Coronda y después en Rosario, hasta que resolvió donarla al Convento de Cristo Rey, sito en Roldán, Provincia de Santa Fe.
Entre 1767 y 1794 Justo y Mercedes fueron padres de nueve hijos. El segundogénito, Alejo, nació en 1770 y contrajo matrimonio con Justa Medina. Él se hizo cargo de la imagen y años después, junto con su hermano Feliciano Leiva, la confiaron al cuidado de una hija suya: Petrona Mártir[1] Leiva Medina de Ximénez.
Petrona nació el 26 de abril de 1805, y murió en Rosario el 3 de febrero de 1909, casi a los ciento cuatro años de edad; gozando hasta el penúltimo día de su vida de perfecta salud y misa diaria. Sólo el último día no se levantó.
La llamaban mamá Encanto y para resumir: “Cantito”, por ser tan buena, suave y extremadamente piadosa. A ella y a su marido les decían San José y la Virgen. El marido, Luis Giménez, era bisnieto de Valeriano Ximénez, Procurador General de Naturales en Santa Fe de la Vera Cruz, quien trataba ante el Cabildo las gestiones de los indios calchaquíes[2].
[1] Los párrocos solían incorporar alguna advocación al nombre de todos los bautizados en el mismo mes. El nombre de la niña remite a san Pedro Mártir, un fraile dominico que nació en Verona el 29 de junio de 1205 y murió en Como, el 6 de abril de 1252.
[2] Una hipótesis ajena a la tradición oral de la familia, pero que algunos historiadores han formulado, es que la imagen pudo haber llegado a manos de la familia Leiva por mediación de la familia Ximénez Naharro .
Detalle de un retrato de Petrona Mártir Leiva Medina de Giménez,
pintado sobre madera, poco después de que cumplió cien años.
Cantito era verdaderamente piadosa. Hacía ayuno y abstinencia durante los cuarenta días de cuaresma. Solamente tomaba mate y pan hecho a la parrilla. Junto con su marido Luis Giménez, ayudó a construir el templo de Coronda[1]. Cabe recordar que un antepasado suyo, el Dr. Miguel de Leiva, cura de españoles de Santa Fe, había luchado tenazmente hasta conseguir la creación de la parroquia, en junio de 1749. El 29 de septiembre de 1837 se bendijo el templo de San Jerónimo[2].
A la casa de Petrona Leiva de Giménez, único rancho con estrado de terciopelo en Coronda, que se mantuvo en pié hasta 1970, concurrían muchas visitas destacadas. Entre ellos, su tío Manuel Leiva, Nicasio Oroño y el Gral. Urquiza cada vez que cruzaba el río Paraná. Entre los visitantes también estaban Pedro de Larrechea, Dr. Mariano Quiroga, Juan Tuells, Dr. Estanislao Severo Zeballos, Dr. José Gálvez.
Siempre se recuerda que Urquiza halagaba a una de las hijas, niñita de pocos años Baldomera Giménez Leiva, diciéndole “rubia linda”. Esa hija, Baldomera, casada con Antonio Mori, español, con quien tuvo catorce hijos, heredó la imagen tallada de la Virgen, que con el paso de los años y, ya en Rosario, iba renovando sus visitantes: el Dr. Nereo Melo, Dr. Calixto Lassaga, Dr. Amadeo Ramírez, Eudocio Giménez, Augusto Fernández Díaz, entre los más asiduos. Durante varios años iba también el Dr. Julio E. Marc fundador del Museo Histórico Provincial, a pedirla para integrarla al acervo del MuseoEl Sr. Mori falleció cuando tenía un año la última de sus catorce hijos. Su hija mayor, Severa Luisa, se hizo cargo de los hermanos, con enorme abnegación, y también heredó la virgencita del Rosario[3], conservada en una vitrina de hierro forjado. Años después, la menor de esos catorce hijos, la Sra. Rosa V. Mori de Picabea, quedó al cuidado de la
[1] Una placa en el templo recuerda su colaboración.
[2] También el tío de Petrona, Manuel Leiva, constituyente de 1853, ministro y después senador, contribuyó a la construcción.
[3] Severa Mori fue la primera maestra superior diplomada de la provincia de Santa Fe por el Consejo Gral. De Educación. Directora desde 1887 en Coronda, hasta que fue trasladada a Rosario en 1902, y con ella se mudó toda la familia.
primera imagen de la Virgen del Rosario que, pasó después al hogar de su hija, señora Rosa Antonia Judith (Perla) Picabea de Vitri.
Rosa V. Mori de Picabea alcanzó los 95 años de edad. En 1983, la familia mantenía en una vitrina de madera la imagen de Nuestra señora del Rosario, en su domicilio de la calle Presidente Roca 1639 entre Avda. Pellegrini y Montevideo.
Ese mismo año, en trance de mudarse definitivamente a Buenos Aires, y contando con la aprobación de su madre, la Sra. Perla Picabea de Vitri entregó la imagen fundadora al Instituto Cristo Rey, ubicado en la localidad de Roldán, a 25 kms. de la ciudad de Rosario. Fue sin duda una decisión muy difícil de tomar. Gracias a su lúcida generosidad, la valiosa imagen permaneció en el mismo ámbito en que había sido protagonista y testigo durante cientos de años.
3- Autenticidad de la imagen
La imagen que se venera en el Instituto Cristo Rey de Roldán, considerada como la imagen primitiva de la Capilla del Rosario, está tallada en “palo de yerba”, madera liviana de la zona donde se originó. Además del rostro, finamente trabajado, tiene tallado todo el cuerpo, como se puede apreciar en la fotografía.
Los artífices no tenían cómo vestir a la Virgen, y tampoco sabían cómo hacerlo -por el casi nulo contacto que tenían los indígenas con las mujeres españolas- de modo que tallaron el vestido en la madera. Excelente trabajo, único y admirable que evidencia el virtuosismo de sus autores.
La imagen sin vestiduras a fines del S XIX
Cuando la familia Leiva obtuvo la imagen, ésta estaba vestida de raso verde labrado a flores, con jubón y pollera, y llevaba manto carmesí guarnido de plata, colores todos de uso frecuente por la orden de San Ignacio.
El Dr. Julio Marc, Miembro del Instituto Bonaerense de Numismática y Antigüedades, de conocida versación en estos temas, daba absoluto crédito a la historia de la familia poseedora, esto es, consideraba que la talla era sin duda la imagen primitiva de la Capilla del Rosario, que estuvo allí hasta 1773.
En 1941, una señora devota, Antonia Manchori de Manus,
le hizo el vestido que últimamente tenía en casa de la Sra. Picabea de Vitri.
El Instituto Cristo Rey decidió realizar a la imagen un estudio tomográfico helicoidal y radiográfico digitalizado, en el sanatorio Mapaci de Rosario, el 1 de julio de 2010, resultando del mismo que la imagen está hecha en un sólo bloque de madera maciza, pero tallada por dos manos diferentes. El cuerpo y la cara son aparentemente de distinto autor. El cuerpo está sin duda tallado por indígenas, pero la cara parece hecha por un artista blanco, probablemente un misionero o algún criollo capaz de evocar con precisión los rasgos caucásicos poco vistos por los indios. El primero que notó esto fue, en 1939, el conocido historiador Calixto Lassaga. Después el RP. Cayetano Bruno hizo notar además el hecho de que la imagen donada por el Sargento Mayor Arias Montiel era de bulto, no de vestir.
En realidad, en Santa Fe, lo mismo que en otras provincias pobladas en los primeros siglos de la colonización, existen varias otras imágenes, pero son de factura europea, no son de bulto y no son de palo de yerba. En los últimos tiempos retomó el tema el historiador rosarino Dr. Miguel Alfredo Chiarpenello, quien publicó varios libros[1] sobre el asunto y aportó un nuevo elemento de análisis: la comparación de la virgen fundadora con esas otras imágenes.
[1] Miguel A. Chiarpenello. La imagen olvidada.Rosario antigua: algo para recordar. Rosario 2010.Existe un suplemento publicado en agosto del mismo año, y Miguel A. Chiarpenello.Rosario. La imagen. Su emblema fundacional, Rosario 2011.
El último vestido de la Santísima Virgen del Rosario, obra de las señoritas
Patricia y Cecilia Jurakosky.
Miguel A. Chiarpenello comprobó que las otras imágenes existentes son de madera dura, igual que la que recibió de España el Párroco Escudero, que está actualmente en la cripta de la catedral de Rosario. Todas han sido hechas con materiales europeos, y todas son originariamente de vestir, como se comenzó a estilar en el siglo XVIII; pero la virgencita donada por Arias Montiel, que sin duda es la misma que protegió la familia Leiva, es la única tallada en madera de la zona y es originariamente de bulto, como el resto de las imágenes anteriores al siglo XVIII.