Florencio Molina Campos

Florencio Molina Campos

En primer lugar agradezco al Sr. Presidente del tradicional Instituto Bonaerense de Numismática y Antigüedades, mi amigo y colega el Embajador Eduardo Sadous, por invitarme a exponer sobre la personalidad y la obra de Florencio Molina Campos.

Me felicito hacerlo en ocasión de la semana de la celebración del 196 aniversario de nuestra independencia de jure, pues Molina Campos es una figura que en su obra sobre los personajes y costumbres de nuestra tierra, hace lugar a un sano nacionalismo que traspasa nuestra frontera.
Para mi, hablar de la obra de Molina Campos toca mis sentimientos, pues siempre me atrapó la misma y con el tiempo aumentó mi admiración. Florencio de los Angeles Molina Campos nació en Buenos Aires el 21 de agosto de 1891. Tanto su padre, Florencio Molina Salas como su madre Josefina del corazón de Jesús Campos, pertenecían a tradicionales familias porteñas y Florencio recibió una educación vinculada al pasado familiar y consustanciada con las actividades rurales, dado que ambos poseían campos.
Florencio recibió una buena educación, en los colegios La Salle, Del Salvador y el Nacional de Buenos Aires. Durante el verano, junto con sus nueve hermanos, pasaba temporadas en las estancias de su padre “Los Angeles”, en las costas del Tuyú, hoy General Madariaga, y en Entre Rios, en el pueblo de Chajarí, sobre la margen del Río Uruguay, en la estancia “La Matilde”. Desde muy niño comienza a hacer sus primero dibujos, ya con el paisaje pampeano que luego encontraremos como telón de fondo en la mayor parte de sus obras.

En su estada en las estancias conviven las alternativas diversas de la vida y del trabajo del campo, se familiariza con la personalidad y el diario quehacer de los peones y de sus juegos.
A los 16 años su apacible segura vida se quebró por la muerte de su padre, el 26 de marzo de 1907, e inicia una nueva etapa llena de lucha y sinsabores y laboriosos éxitos espaciados.
Ingresa al Correo, trabajando como cartero; luego pasa al Ministerio de Obras Públicas como empleado administrativo y de ahí a la Sociedad Rural, en la sección del HERD BOOK. Continúa con sus dibujos y pintar caricaturizando. Pensó en estudiar pintura y se conectó con Pío Collivadino pero éste se negó a enseñarle diciéndole: “a ti no se te puede desvirtuar tu trabaja y sufre en la huella. Tú deformas armoniosamente”.
En 1920 se instala en la calle Florida 470, estableciendo la firma Florencio Molina Campos – Comisiones en General, e ingresa como socio a la Sociedad Rural presentándolo los Sres. Joaquín S. de Anchorena y Domingo Olivera.
En 1920 contrae enlace con María Hortensia Palacios Avellaneda y al año siguiente nace su única hija Hortensia María, su querida “Pelusa”.
Por desavenencias con su socio disuelve su sociedad y con su hermano Carmelo se dedica a la explotación de un campo sito en la localidad de Tomás Young, via Branda, en el Chaco de la provincia de Santiago del Estero. En sus cartas relata el sufrimiento y la dura lucha diaria para poder sobrevivir en condiciones de extrema dureza, dice “al cabo del día, con los brazos, manos y piernas a la miseria de espinas y solazos, todavía cocinar y lavar los utensilios y caemos como piedras a la cama. ¿A qué? ¿A dormir? ¡No! A luchar con las vinchucas, cucarachas y otros mil parásitos que andan en el miserable rancho en que vivimos”.
En medio de su lucha para lograr algún producto del campo en 1924 le llega la demanda de divorcio, que se decreta en el mes de octubre.
Fracasada la experiencia del Chaco santiagueño regresa a Buenos Aires, retomando la pintura y escribiendo cuentos camperos.
A fines de 1924 Emilio Saporiti lo presenta al diario “La Prensa” y es aceptado para publicar sus narraciones y cuentos criollos.
Florencio trabajaba en el “Herd Book” de la Sociedad Rural cuando sus amigos lo convencen de hacer una exposición de sus cuadros. Ello ocurre y por primera vez, a los 35 años, expone 61 pinturas en la Sociedad Rural de Palermo en oportunidad de la celebración de la tradicional exposición nacional de ganadería que se inauguró el 21 de agosto de 1926.
Esta exposición constituyó el lanzamiento al mercado y a la crítica de la obra de Molina Campos. La misma recibió la visita del Presidente de la Nación Dr. Marcelo T. de Alvear quien expresa su admiración por las pinturas y le ofrece en premio una cátedra de dibujo, que Molina Campos la desempeña en el Colegio Nacional “Nicolás Avellaneda”.
La crítica periodística, “Crítica”, “La Razón”, “El Diario”, le dedican elogiosos comentarios, lo cual hace que Molina Campos se sienta sorprendido por su triunfo, contento, orgulloso y estimulado para continuar produciendo.
Da importancia en su vida, porque ratificó su éxito en la Sociedad Rural y conoció a quien luego sería su compañera para el resto de su vida, fue la exposición, en febrero de 1927 en la Galería “Witcomb” en la Rambla de Mar del Plata, en donde expuso 34 pinturas. En el curso de la exposición recibió la visita de cuatro amigas mendocinas, una de ellas Elvira, de 24 años, maestra en la Escuela Normal de Mendoza, le expresa su admiración por su obra. Molina Campos la invitó a la inauguración de la exposición al día siguiente, a la que asistió el Presidente Dr. Marcelo T. de Alvear, junto con su esposa Regina Pacini y el general Agustín P. Justo que era su ministro de guerra. El Dr. Alvear, entusiasmado, le compra el cuadro “Charqueando”, una doma de potro, y al serle presentada “la señorita Elvira Ponce Aguirre, mendocina”, el Dr. Alvear le preguntó si tenía noticias de su amigo el Dr. César Ponce, a lo que Elvira le contestó “César es mi padre”.
La exposición fue un éxito total, por la venta de todo lo expuesto y por los elogios de la crítica periodística.
Hago aquí un paréntesis para referirme a un aspecto de la obra de Molina Campos poco conocida.
Desde 1926 hasta 1930 Molina Campos colaboró en el diario “La Razón” de Buenos Aires con dibujos humorísticos ubicados en tiempos de la prehistoria. La serie, conocida como “LOS PICAPIEDRAS” se publicó en forma discontinua y son un precedente de la serie norte¬americana de Hanna-Barbera “The Flintstones”. Estos dibujos son difíciles de encontrar.
Ignacio Gutiérrez Saldívar en su libro “Molina Campos” ¡lustra (págs. 56-57) 16 dibujos de “Los Picapiedras”.
El 27 de agosto de 1927 Molina Campos lleva a cabo una tercera exposición, por segunda vez en la Sociedad Rural de Palermo, en donde presenta 30 obras, de nuevo bajo el título “Motivos Gauchos”. Para esta ocasión escribe una invitación al estilo gauchesco que firma “Tileforo Arequito”.
Vuelve a exhibir 25 obras en Mar del Plata en febrero de 1928 y nuevamente en la Sociedad Rural presenta 30 dibujos el 20 de agosto de 1928, para volver por cuarta vez el 31 de agosto de 1929 con 34 obras.
Sus exposiciones lo consagran ante el público y especialmente obtiene excelente crítica de la prensa y comentarios de otros artistas pintores consagrados.

Los almanaques de Alpargatas.
Auspiciado por Sherman Ackerman, ejecutivo de la Fábrica Argentina de Alpargatas, es contratado por ésta el 14 de marzo de 1930 por la suma de $ 6.000 para pintar doce obras destinadas al Almanaque de la empresa a editarse en 1931.
Molina Campos y la empresa tienen un gran éxito con su primer almanaque y nuevos contratos hacen que los almanaques se publiquen en total de 1931 a 1936 y de 1940 a 1945, comprendiendo 12 láminas por año y posteriormente una reedición póstuma en los años 1961- 62, de 6 láminas cada uno, lo que hace la publicación de 14 años de almanaques y 156 láminas.
Los almanaques fueron editados en gran número y tuvieron una gran distribución en los territorios de la Argentina y del Uruguay. Millones de láminas con sus obras le dieron una difusión y promoción que ningún artista ha tenido en la Argentina. Se ha dicho que constituyeron la “pinacoteca del pobre”, sus láminas colgadas de las casas, almacenes y ranchos de los pueblos de nuestro interior.
Todos los almanaques tienen su título al pie, excepto los de los años 1934, 1935 y 1936 que tienen al pie texto explicativo con lenguaje de paisano y donde relata la historia de su personaje Tiléforo Areco.
Los almanaques iban acompañados de una carta saludo de año nuevo, firmada por “Tiléforo Areco” y un dibujo. En las cartas de 1932 y 1933 hace referencia a la crisis de la época. Estas cartas son hoy muy difícil de encontrar.
La razón del éxito de los dibujos de Molina Campos, al igual que Quinquela Martín un autodidacta y original en su género, consistió en que sus láminas transmitían la esencia misma del hombre de campo humilde y trabajador, de sus costumbres y hábitat, de su familia y de sus juegos y fiestas. Su ambiente era el campo virgen y el rancho. No obstante su origen de familia tradicional, no se inspiró en el casco ni en la vida en las grandes estancias, no retrató al estanciero rico ni a las grandes extensiones de cultivo. Eligió la caricatura para sus personajes, dándole un sentido humorístico y costumbrista, evitando lastimar con su sentido satírico a sus personajes y destacando sus características tan particulares.
Inicialmente Molina Campos sufrió mucho al advertir la poca importancia que se daba a su trabajo. La elite porteña lo observó con indiferencia. Se lo asociaba con la publicidad. Fueron los extranjeros quienes primero lo reconocieron, el Directorio de Alpargatas era de origen inglés. En un principio se consideró, por tratarse del género caricaturesco y de personajes y costumbres de nuestra campaña, lo realizado no era mas que una expresión menor del arte pictórico. Fue luego de una larga lucha y mucho trabajo, que logró el reconocimiento unánime de la crítica, local e internacional, de sus colegas artistas y de destacadas personalidades del mundo político internacional.
Hoy sus dibujos y obras son piezas de colección, difíciles de encontrar y de cada vez mayor cotización en el mercado nacional e internacional.

En 1931 visita París y en marzo expone 44 cuadros en la “Librería de la Opera”, asistiendo a la inauguración de la muestra el ex Presidente Alvear y el embajador Tomás Le Bretón. Vende todo lo expuesto.
Viaja a Londres y durante su estada la casa “The Chad Valley Co.”, especialista en la fabricación de rompecabezas, edita dos rompecabezas con la reproducción de dibujos de Molina Campos. Rompecabezas de “cien pedazos”, de los cuales se hicieron 100 ejemplares de cada uno, en cajas de cartón, uno “Aguante el cimbrón” y e! otro “Aparceros”. Se conoce tres ejemplares de los mismos, dado que por su característica son muy difícil de hallar.
Hecho trascendental en su vida ocurrió a principios de 1932 cuando vuelve a encontrarse, inesperadamente, en la confitería “El Águila”, con Elvira Ponce Aguirre, “Elvirita”. Se renueva una relación que culmina con su casamiento. Dado que por las leyes argentinas no podía casarse en Buenos Aires por ser divorciado, se casan en Montevideo en julio de 1932. Luego volverán a casarse en EE.UU. en 1937 y finalmente por tercera vez en la Argentina el 9 de marzo de 1956.
El matrimonio se instala en Moreno porque a Florencio le asfixiaba la ciudad y Elvirita fue su fiel e inseparable compañera.
En agosto de 1933 expone nuevamente en la Galería Witcomb, en Bs. As., con 48 obras, recibiendo los mayores elogios de la crítica.
El 6 de septiembre, en la pulpería “La Blanqueda”, de San Antonio de Areco, dibuja al lápiz un retrato de don Segundo Ramírez, el personaje que inspiró el “Don Segundo Sombra” de Ricardo Güiraldes, con quien Molina Campos tenía una gran amistad.
Entre diciembre de 1933 y marzo de 1934 Florencio y Elvirita recorren poblados del interior. Pasan por San Luis, Mendoza, San Juan, Catamarca, Santiago del Estero y Córdoba. Relata Elvirita: “Le acompañaba en los viajes a todas partes, en plena Pampa o en mis montañas, en tren, en automóvil y a lomo de muía. Vivíamos en cualquier lugar, en una carpita de lona regalada por Alpargatas que llevábamos siempre, armando dos catres de campaña, una cocinita de querosene y sobre todo la mesa donde daría vida a su vida: sus cuadros”.
Lo válido para Molina Campos era el contacto con los paisanos, con su forma de vida y sus costumbres. Solía pernoctar con Elvirita en los ranchos. Participaba de las fiestas de los paisanos, casamientos, bautizos, domas, tomando notas, refrescando recuerdos de sus primeros 16 años y usándolos de modelos para sus obras.
En 1935 Florencio se radica en Moreno, sin techo, viviendo en una carpa y pintando bajo la sombra de un árbol. Ante las paupérrimas condiciones en que se encontraba recibe la ayuda de lugareños que le ofrecen un terreno descampado con una pequeña habitación. Con la donación de material y ayuda, Florencio y Elvirita alzan su rancho al que coronan con techo de paja y lo llaman “Los Estribos”.
Molina Campos obtiene una beca por un año para viajar a EE.UU. a donde parte en octubre de 1937.
En Nueva York inicia lo que va a ser su consagración en EE. UU. Estrecha relaciones con Joshus Powers. abogado, representante del diario “La Prensa” de Bs. As. y otros, a quien había conocido en Buenos Aires y quien a partir de su estada será, durante el resto de su vida y mas allá de ella, su amigo desinteresado, representante y “marchand” ad honorem.

Molina Campos pinta sus personajes, allí el gaucho Lindor Pinto. Recorre EE.UU., expone sus obras en California y en Nueva York. Se mezclan escenas de polo, impresiones de los “Cowboys” americanos y paisajes de la pampa.
Hecho de especial importancia es que el fundador de la Universidad de Texas en Austin, Edward Larocque Tinker le pide obras para ser expuestas permanentemente en la Universidad y se convierte en el gran mecenas de Florencio adquiriendo durante años muchas de sus pinturas.
La crítica de la prensa de Nueva York lo consagra.
Realiza los “naipes argentinos”, barajas con motivos de nuestro campo.
De regreso en Buenos Aires el 12 de junio realiza una exhibición en la galería Witcomb, a la que asiste el presidente Roberto M. Ortiz.
En 1941 la editorial Guillermo Kraft lo contrata para ilustrar el “Fausto” de Estanislao del Campo.
En 1941 la petrolera Texaco le encarga la confección de carteles, afiches, para publicidad en los caminos de la Argentina de sus productos Gargoyle y Mobiloil, lo que también da lugar a que se hicieran cinco chapas de publicidad.
Los carteles, afiches v chapas de publicidad ya habían sido realizados por Alpargatas para propaganda de sus productos y aparecen colgados en los almacenes del interior. También hay chapa de propaganda de la yerba “Néctar” y de la tienda “Los Gallegos” de Mar del Plata.
En septiembre de 1941 viaja a EE. UU. Contratado por la revista “Liberty” y realiza los dibujos “Andanzas de un gaucho en Nueva York”.
En 1942 es contratado por Walt Disney como asesor técnico para colaborar en el rodaje de películas de dibujos animados de ambiente argentino, entre ellas “Saludos amigos” y “Gooffy se hace gaucho”. Pero Molina Campos entra en conflicto con Walt Disney al ver las películas realizadas que ridiculizaban a sus paisanos, chocaron la defensa a ultranza de las tradiciones gauchescas de Molina Campos con el interés comercial de Walt Disney, lo que lo llevó a quedarse sin trabajo.
En noviembre de 1942 expone en el Museo de Arte Moderno de San Francisco. Expone luego en otros centros, mereciendo siempre elogios de la crítica.


Los almanaques de la “Minneapolis Moline Co”.
Acontecimiento muy particular es cuando en 1944, con la intervención de su amigo Joshus Powers firma un contrato con la “Minneapolis Moline Power Implement Co.”, fabricante de maquinaria agrícola, que le compra dibujos para publicarlos en forma de calendario, al estilo de los de Alpargatas, afiches, etc.
Es lo que le otorgó mayor fama a Molina Campos en EE. UU. y es su colección más completa de láminas. A lo largo de 15 años, ininterrumpidamente d 1944 a 1958 ilustra 180 meses todos con su texto explicativo en inglés y en castellano, de los cuales se distribuyeron millones de ejemplares en EE. UU. El primer almanaque contiene una carta de presentación de Molina Campos que firma “Policarpo Acosta”.
El 8 de enero de 1944 regresa a Buenos Aires.

Ocurre el terremoto de San Juan y Molina Campos vende reproducciones firmadas de sus láminas a beneficio de las víctimas.
Samuel Goldwin le encarga un trabajo para la película “Escándalos Romanos”, haciendo una cuadriga que dirigirá Eddie Cantor.
Molina Campos vuelve a intentar publicar los naipes. También hace tarjetas de Navidad. Publica una serie de postales.
En 1946 se publica en Nueva York el libro “Vida Gaucha”, con 10 ilustraciones de Molina Campos, texto para enseñar español.

En abril de 1949 regresa a EE. UU. Pinta, hace cerámica y se fabrican telas con sus motivos.
Su amigo George Keen, casado con la cantante María Barrientos, le propone realizar las ilustraciones para una edición de “La Tierra Purpúrea” de Guillermo Enrique Hudson. Florencio realiza 33 obras para tal edición pero cae en una frustración porque no se publica su trabajo. Recién lo publica la editorial “Zurbarán Ediciones” en 1996, en homenaje al “más argentino de los artistas argentinos”. Ello coincidiendo con una mega exposición de los trabajos de Molina Campos que la galería de Ignacio Gutiérrez Zaldívar presenta en el Palais de Glace en Bs. As.
El 25 de mayo de 1955 inaugura, con gran sacrificio, en un rincón de su pequeña chacra en Moreno, una escuela. Al ver entrar a los primeros alumnos exclama “Este es el mejor cuadro que he pintado en mi vida”.
Durante el curso de una exposición en la galería Witcomb, en mayo de 1956, se filma un cortometraje que habría de titularse “Pampa Mansa” en el que actúa Florencio, junto a una joven entonces poco conocida que era Norma Aleandro.
En 1956 viaja por Europa, en Roma pinta las Termas de Caracalla y luego se traslada a Nueva York en donde decide no volver más a EE. UU. y le envía toda su obra que tenía en su estudio allí a Joshua Powers, para que él disponga de la misma o se la haga llegar a Elvirita. Retorna finalmente a Buenos Aires en 1958.
Se crea en Texas la Fundación de Edward Larocque Tinker, el mayor coleccionista de la obra de Florencio. La Fundación demostraría su generosidad donando en 1972, 42 pinturas al Museo Molina Campos en Moreno.
En Moreno ara la tierra y pinta. Dice: “No podría decir que me apasiona más, si transformar la tierra en vida o mostrar la vida de mi tierra”.
El 16 de noviembre es internado en el Instituto del Diagnóstico en donde fallece a los 68 años.

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