El 16 de junio de 2012 se conmemoraron los 140 años de la creación de nuestro Instituto Bonaerense de Numismática y Antigüedades, la entidad cultural mas antigua de la Republica Argentina. Corría el año 1872 cuando el joven abogado Don Aurelio Prado y Rojas funda el Instituto. Este destacado hombre de la cultura, nacido en 1842, cuando apenas contaba quince años comenzaría a evidenciar sus inquietudes intelectuales, redactando en hojas volantes trabajos donde se comentaban temas estudiantiles e históricos que circulaban entra sus compañeros del Colegio Liceo del Plata.
En 1864 desarrolla una notable labor en el Circulo Literario que presidía Valentín Alsina. Sigue en la Universidad de Buenos Aires la carrera de abogacía, en 1866 en plena Guerra del Paraguay sus condiscípulos lo designan para la muy triste misión de despedir los restos de Dominguito Sarmiento, muerto en Curupayti, luctuoso hecho de guerra que enlutaría a muchas de las familias mas notorias de Buenos Aires ya que en ella también caería Francisco. M Paz, hijo del Vicepresidente de la Nación Marcos Paz y Candido López perdería su antebrazo derecho).
En 1867 se graduó de abogado en jurisprudencia, destacada seria su actuación profesional que le valdría que en 1868 el Presidente Sarmiento y su Ministro Avellaneda lo designaran Subsecretario de Justicia, Culto e Instrucción Publica. En 1869 reemplaza en la cátedra de Derecho de Gentes al Dr. Federico Pinedo y queda como profesor de Derecho Internacional. Con motivo de los errores que contenía el Código Civil impreso en Nueva York el Poder Ejecutivo le encomiendan a Victorino de la Plaza y a el la confección de una fe de erratas.
Paralelamente su espíritu de investigador y coleccionista lo lleva a formar una importantísima colección de numismática, ello le vale que se lo designe Conservador del Gabinete de Monedas y Medallas de la Universidad, y posteriormente para clasificar las colecciones del Museo Publico. En 1872 el Gobernador Castro le encomienda la catalogación de las mismas en dicho Museo.
Durante la epidemia de fiebre amarilla, es designado miembro de la Comisión Popular, lo que le vale que se le entregara una medalla de plata en reconocimiento a la labor desarrollada en tan tristes y dramáticos días.
Un hecho de luctuosas características marcaría su vida de ahí en más y me estoy refiriendo a la trágica determinación que toma el joven Roberto A Sánchez, a raíz de un incidente entre estudiantes de jurisprudencia y sus catedráticos, que lo lleva a la renuncia en 1871. Posteriormente recepciona y clasifica el monetario de Juan Cruz Varela.
Así llegamos a 1872 cuando funda el Instituto Bonaerense de Numismática y Antigüedades, quizás pueda parecer innecesario mencionar las personalidades que inicialmente lo integraron, pero sus descollantes personalidades merecen ser recordadas ya que sin duda formaron parte de la intelectualidad de Buenos Aires de aquel entonces, Miembros de este Instituto, serian luego quienes fundan la Junta de Historia y Numismática Americana, hoy la Actual Academia Nacional de la Historia, digna continuadora de nuestro Instituto.
Nos parece que aquí enumerar las diferentes actuaciones que tuvo en su vida política, académica y cultural, Don Aurelio Prado y Rojas seria repetir hechos que solo avalarían cuan calificado estuvo para desempeñarse en funciones de gran responsabilidad. Pero si quisiera destacar un hecho que es prueba de su profundo amor por la historia y por todos aquellos que escribieron páginas de gloria, y estoy haciendo referencia a su designación como, Secretario de la Comisión de repatriación de los Restos del General José de San Martín en 1877.
Detenernos en enumerar las distintas Asociaciones, Academias, Institutos nacionales y extranjeros que lo tuvieron como miembro, seria más que extensa. Solo debemos reconocer en Don Aurelio Prado y Rojas un verdadero representante de esa única y luminosa generación del 80.
Sin duda Prado y Rojas había dejado la simiente del Instituto, incorporando hombres como Bartolomé Mitre, Andes Lamas, Diego Barros Arana, Juana Manuela Gorriti, Vicente Fidel López, Mariano Moreno, Miguel Navarro Viola, Rafael Trelles, Juan Cruz Varela, Benjamín Vicuña Mackena, Juan Alsina, Ángel Justiniano Carranza, Jerónimo Espejo, Luís Jorge Fontana, los hermanos Marco del Pont, Francisco Pascasio Moreno, José Murature, Carlos Vega Belgrano, y tantos otros.
Su muy prematura muerte, cuando solo tenia 36 años acaecida en Madrid, privo a nuestra cultura de un hombre del cuales todos debemos de enorgullecernos y muy en especial quienes tenemos el privilegio de ser hoy Miembros del Instituto que el fundara, que es reconocido dentro y fuera de nuestro país como una de las entidades mas representativas de la cultura argentina.
Su desaparición física, provoco una circunstancial suspensión en las actividades del Instituto, pero el espíritu del mismo estaba latente en muchos de aquellos hombres, que extrañaban aquellas tertulias en las que se cambiaban y discutían ideas, se debatían acontecimientos de la historia , se juzgaban procederes de quiénes habían participado en la conformación de la republica .
Así llegamos a 1934 cuando Enrique de Gandia, Rómulo Zabala, José Marco del Pont, Carlos Roberts, José Maria de Iriondo, Enrique Peña, Federico de Santa Coloma, Alejo González Garaño, Eduardo Bullrich, Miguel Ángel Carcano, José Maria de Iriondo, Ricardo Levene, Leopoldo Lugones, Luís Mitre, Román Francisco Pardo, Antonio de Santamarina, Manuel Mújica Lainez, Elisa Peña, Alfredo Tollard, Juan W Maguirre, Francisco Llobet, todos ellos imbuidos del mismo espíritu que sus antecesores del viejo Instituto, coinciden en volver a la fuente y refundarlo, resultando propicia la oportunidad que les ofrece la primera exposición argentina de numismática realizada en los salones de la galería Franz van Riel de la calle Florida, donde también funcionaban Los Amigos del Arte.
Volvía a consolidarse el Instituto, con el tiempo pasarían amigos y figuras que dejarían en la memoria y el corazón de quienes los conocimos, tratamos y tuvimos el privilegio de ser sus amigos, recuerdos imborrables ya que estuvieron dotados de personalidades inolvidables, solo permítame recordar algunos de ellos, que ya no están mas con nosotros, Don Francisco Pardo ¿que pieza de colección no había pasado por sus manos?, Don Enrique de Gandia que llego a octogenario y continuo participando de las reuniones con su presencia y los recuerdos de su memoria privilegiada, el polémico y entrañable amigo Eduardo Durnhofer, Carlos Zemborain avezado conocedor de la historia de nuestro campo, Ernesto Olivera equitativo y buen negociador, Don Marcial Quiroga con sus siempre acertadas respuestas, Osvaldo Mitchell con su conocimiento e inteligencia, Don Raúl Elicagaray experto platero dotado de un humor que nos alcanzaba a todos, Julián Cáceres Freyre erudito y sabio antropólogo, Carlitos Hoss experto y exquisito coleccionista, Isaac Francisco Rojas experto y estudioso cartógrafo de nuestras tierras australes, Monseñor Niessen cuya bondad y cariño nos acompaño hasta sus últimos días, Pepe Massini Ezcurra inteligente introvertido y certero en sus opiniones, Rafael Cayol bondadoso experto de tejidos indios, y la inolvidable Helen S de Studer serena, amable, equilibrada y destacada historiadora de la esclavitud en el Río de la Plata, cuyas tertulias en su casa nos recordaban a las de antaño por la calidad intelectual y conocimiento de sus concurrentes. Y tantos otros que se fueron pero que nos dejaron recuerdos inolvidables, que nos transmitieron su saber, que nos alentaron en nuestras investigaciones. Que más puedo decir, simplemente que los llevamos en nuestros corazones, que añoramos su presencia y quedaron en forma indeleble en nuestras memorias.
Perdón por esta debilidad de mis sentimientos, pero la fecha que recordamos genero en mi todos estos sentimientos y recuerdos encontrados que dan alegría a mi espíritu y que solo me llevan a agradecer a Dios el haberlos, conocido, tratado y que fueran mis amigos. Los extraño.
Para finalizar, queremos destacar que con motivo de cumplir los 140 años de vida de nuestro Instituto, se celebro su conmemoración en el Centro de Oficiales de las Fuerzas Armadas, haciendo uso de la palabra su actual Presidente el Embajador Dr. Eduardo Sadous, quien procedió a leer el discurso inaugural pronunciado por Don Aurelio Prado y Rojas en 1872, en el Salón de Graduados de la Universidad, entendiendo que esta era la mejor forma de evocar su obra y pensamiento
Pasamos a transcribir su alocución:
BOLETIN MENSUAL DEL INSTITUTO BONAERENSE DE NUMISMATICA Y ANTIGÜEDADES
Buenos Aires 16 de Junio de 1874. Nro 1
FUNDACION E INSTALACION DE ESTA SOCIEDAD.
El iniciador y fundador del Instituto Bonaerense, ha sido el Dr. D. Aurelio Prado y Rojas, quien fué secun¬dado en sus esfuerzos por los Dres. D. Angel J. Carranza, D. Cárlos J. Alvarez, D. Julián Panelo, y los Sres. D. Ven¬tura y D. José Marcó del Pont, D. Miguel Salas, D. Juan Alsina y D. Luis Fontana.
La Sociedad fué instalada el 16 de Junio de 1872.
DISCURSO DE INSTALACION DEL INSTITUTO BONAERENSE PRONUNCIADO EN LA PRIMER SESION POR EL PRESIDENTE Dr. D. AURELIO PRADO.
Señores:
Si hay algo que demuestre fácil y exactamente el estado de progreso intelectual de un pueblo, es á no du-darlo el número de asociaciones científicas que en él existe, y el aplauso con que es recibida la idea de au-mentarlo.
Este criterio aplicado á nuestra provincia, da un resultado muy favorable para ella. Apenas hace veinte años que salimos de la época en que el estudio era una mancha, la ilustración un crimen, cuando en medio de las luchas civiles y estrangeras que nos han agitado.
Hemos visto aparecer á cada instante nuevas asociaciones dedicadas al cultivo de los diversos ramos del saber humano.
El Instituto Histórico Geográfico del Rio de la Pla¬ta, la Asociación de amigos de la Historia, la Médica Bonaerense, el Ateneo del Plata, el Círculo Literario, el Liceo Histórico, la Sociedad Paleontológica, el Estímulo Literario, y tantas otras, que no me es dado recordar ahora, ha sido y son centros de reunión en que hombres laboriosos é ilustrados tratan de aumentar el caudal de sus conocimientos.
Ha llegado su vez á los estudios arqueológicos, y vosotros señores, sois el testimonio más elocuente de que no faltan compañeros al que, adorador de la verdad, busca la luz en los restos de los siglos que fueron.
Debíamos seguir el movimiento intelectual del Uni-verso, todas las naciones mas adelantadas poseen Socie¬dades de arqueólogos, nosotros carecíamos de ellas; exis¬tían los elementos, el deseo, faltaba la voz de reunión, la iniciativa, esta se ha dado y hénos aquí dispuestos, no para hacer alarde de ciencia, sino para auxiliarnos, estu¬diar y adquirirla.
No os ha arredrado, ni lo arduo de la tarea, ni la sonrisa irónica con que el vuígo acoge el nombre de los que se dedican á las investigaciones arqueológicas.
Para la generalidad nada dicen las imponentes rui¬nas de Persépolis, los majestuosos restos del Coliseo do Roma, ni las derruidas murallas de Cartago. Han encontrado la historia hecha y no se curan ni de las bases en que se apoya, ni de la rectificación de los hechos qun asevera; no se dan cuenta de que sin la Arqueología no i tendrían idea alguna exacta sobre el modo de ser, ni sobre las instituciones de los tiempos pasados, ni garantid; alguna contra el estravio de los historiadores.
La vida y costumbres de los pueblos antiguos no serian desconocidas; si pacientes arqueólogos no hubiesen, con los restos informes que encontraban, reconstruidos sus dioses, sus templos, sus teatros y hasta sus utensilios domésticos.
A ellos debe Pompeya verse despojada de la ceniza y lava que la cubrían, mostrándonos como en vasto mu¬seo, una ciudad antigua con sus calles, sus decoraciones, sus establecimientos y hasta los habitantes rezagados, á quienes la muerte detuvo en la fuga.
Ellos han vindicado á Homero respecto á la fidelidad de su poema, y mostrado á las generaciones presentes el Simoente y el Escamandro, el sitio donde estuvo el al¬cazar de Priamo, y en pequeños montículos de tierra, el lugar que ocuparon las tumbas de Aquiles y Patroclo.
Ellos han fijado, nuestros conocimientos, é impedido que juzguemos todas las épocas como proveyendo nues¬tras ideas y nuestros usos, á ellos se debe que al oír los nombres de César y Alejandro, no nos imaginemos estos antiguos personajes con un traje del siglo diez y nueve.
Entre estos estudios, tan útiles como bellos, descue¬lla el objeto principal de nuestro Instituto, la numismá¬tica, fuente inapreciable de ilustración y de verdad. Luz sin la cual no sería posible la apreciación exacta de la historia antigua.
Las encantadoras narraciones de Tácito y de Tito Livio, no pasarían de ser á nuestros ojos brillantes fic¬ciones, si no nos convencieran de su realidad esos pe¬dazos de cobre corroído, que el numismática descifra con una labor y un placer inexplicables.
Nerón y Mesalína, Trajano y Tito con sus maldades y con sus virtudes, se asemejan á creaciones fantásticas de la imaginación ardiente de un poeta, y por tal las ten¬dríamos, si las medallas contemporáneas no nos probaran su existencia, y no nos hicieran conocer su imagen.
La Numismática nos ha revelado en gran parte la arquitectura, la mitología, las costumbres, el arte naval, la vida entera de los pueblos antiguos, los reversos de las medallas nos recuerdan los sucesos mas culminantes, los momentos mas insignes, las producciones de cada país, sus armas, sus sacrificios, su religión, y hasta los instrumentos de labranza.
La Cronología y la Geografía son deudoras a la Numismática de rectificaciones importantes; hay reyes cuya existencia solo es conocida por las medallas que acu¬ñaron; hay pueblos cuya ubicación hubiera permanecido ignorada á no revelarla una inscripción, una medalla corroída, y un numismata paciente.
Si venimos á los tiempos modernos y especialmente á América, las medallas son los monumentos conmemo-rativos de hechos gloriosos, y el mejor medió de apre¬ciar el progreso y la decadencia de las bellas artes en cada nación.
Pero, ¿para qué abuso de vuestra atención? Todos vosotros opináis como yo, y os sentís con la misma in-clinación, debo limitarme á felicitaros por el hecho pre-sente; porque ya los que veneramos esta parte de la ciencia, tenemos un templo, porque se ha dado el primer paso para la fraternidad de los que están ligados por estudios comunes.
De hoy en adelante no seremos solos, el saber de todos estará al servicio de cada uno; y esta asociación de ideas y de estudios no podrá menos de producir opimos frutos.
Con esta esperanza declaro instalado el Instituto Bonaerense de Numismática y Antigüedades.